-"¿Oyes la voz de Dios y obedeces a ella?" fue la pregunta que nos hizo el pastor durante el servicio. Al instante no pude contestarla pero no dejaba de sonar en mi cabeza; solo pensaba en la relación que tengo con mis hijos, "¡Oh, cuanto les cuesta a ellos obedecerme!"
Si en medio de la espera de lo que Dios tiene para nosotros perdemos el enfoque seremos conducidos por nuestro propio razonamiento y no por el entendimiento de Su Espíritu. Hay veces que tomamos decisiones en base a emociones que nos pueden hacer perder el disfrute de cosas que Dios desea que tengamos.
"Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a Él le agrada" Filipenses 2:13 NTV. ¡Si! Dios mismo ha puestos deseos en nosotros y todo con el fin de obedecerle y agradarle a Él. Él quiere vernos felices y desarrollados, pero en hay un tiempo de espera. Dejarse guiar por la voz del Padre aveces nos cuesta; hay sacrificios que debemos estar dispuestos a tomar durante el proceso.
Un día andamos en el parque y vimos una gran roca que era especialmente para que los niños la subieran. Mi hijo me pidió que le dejará subirla. Yo accedí pero le dije que no saltará, que tuviése cuidado y esperará por mí. Con voz clara y directa se lo recalqué y él no escuchó. Sin pensarlo, a solo segundos de haberle dicho "no saltes", ¡saltó! Su manera de lanzarse fué sin pensar en lo que podía sucederle. Su acción lo llevó a tener una consecuencia, lastimarse el pie; estuvo adolorido por varios días. Si él se hubiése dejado llevar por mi voz podría haber evitado ese gran golpe. Sin embrago, le fue mucho más divertido saltarla a SU PROPIA MANERA.
Un niño no sabe que le puede dar la vida o que hacer, necesita la dirección de sus padres. Ese niño no siempre obedece, no siempre sabe lo que es mejor. De esa misma manera nos sucede cuando nuestro Padre nos habla. Pensamos que nuestra opinión es la mejor, nos dejamos llevar por nuestro propio entendimiento, incluso nos conducimos por 'voces' externas que nos desenfocan. Necesitamos ser guiados por una sola voz, la del Padre.
Ahora te pregunto "¿Oyes la voz de Dios y obedeces a ella?" Nos habla a cada uno de nuestros sentidos y cada parte de lo que somos en Él. ¿Que te dice? ¿Que te ha estado últimamente diciendo? El Padre quiere que le escuchemos y obedezcamos a lo que Él habla. Nos hace bien obedecerle, nos trae un bien a nuestra alma y produce en nosotros un entendimiento aún mayor de quienes somos en Él.